Migraciones: pasado y presente de los movimientos de los pueblos latinoamericanos
Desde el principio de la humanidad, los humanos se han desplazado en masa de un sitio a otro. Ya sea por impulsos nómadas, desplazados por la guerra, huyendo de invasiones, por éxodos religiosos o siguiendo el curso que los llevaba a un tesoro escondido, los hombres y mujeres se han movido de acá para allá atravesando fronteras arrastrados por las mareas de las migraciones.
Las migraciones en América Latina tienen mucho que ver con el deseo de sus habitantes de alcanzar la prosperidad económica y la seguridad laboral.
En cuanto la migración interna sudamericana, los campesinos abandonaron sus aperos de labranza cuando se estancó la economía rural lastradas por la mecanización y comercialización de la agricultura. Esta población campesina se fue a las ciudades y se asentó en los barrios periféricos de las capitales.
A partir de 1960, los latinoamericanos comenzaron a emigrar hacia los Estados Unidos y los países europeos. Estos patrones migratorios se produjeron tanto por causas de tipo económica, como empujados por la represión política y, más recientemente, huyendo de la violencia del narcotráfico.
México y la inmigración hacia los Estados Unidos
La mayor comunidad de emigrantes mexicanos del mundo se encuentra en Estados Unidos. Millones de nativos del país azteca se han asentado de forma constante desde la Segunda Guerra Mundial y, en particular, desde los años sesenta, principalmente en estados como California, Texas, Nuevo México, Arizona, Nevada y Colorado.
Se estima que cada año más de 300 000 mexicanos cruzan la frontera yanqui. Ya en 2003 se calculaba que la población estadounidense contaba con casi 27 millones de ciudadanos con orígenes mexicanos.
Esta emigración mexicana tiene un carácter laboral. Durante la Segunda Guerra Mundial, los hombres estadounidenses se fueron a la guerra a luchar, y dejaron vacantes muchos puestos de trabajo que los obreros mexicanos se apresuraron a cubrir.
A partir de los 60, los Estados Unidos precisan de una fuerza de trabajo humana para cubrir las demandas de su mercado laboral que no puede satisfacer con la mano de obra propia, y por eso recurre a los inmigrantes mexicanos que no tienen reparos en trabajar en oficios y hacer tareas en la hostelería, las faenas domésticas, la ocupación agraria, etc. La mayoría de estos trabajadores son temporales.
Pero muchos de estos inmigrantes llegan sin permiso de trabajo y se ven obligados a cruzar las fronteras poniendo sus vidas en manos de traficantes que les cobran por ayudarles a cruzar al lado estadounidense. En muchas ocasiones, esta aventura acaba con la muerte o la deportación a México.
Otro factor negativo inherente a la emigración mexicana en los Estados Unidos tiene que ver con los episodios racistas protagonizados por grupos neo-nazis, supremacistas y otros nacionalistas norteamericanos que insultan, hostigan y hasta agreden a los emigrantes del país azteca.
Europa: un destino por excelencia de las inmigraciones latinoamericanas
Hasta hace unas pocas décadas, la emigración latinoamericana a Europa suponía una especie de exilio glamuroso protagonizada, principalmente, por escritores e intelectuales de izquierdas que huían de la represión política o, sencillamente, llegaban al viejo continente buscando notoriedad pública.
Músicos, artesanos, artistas y estudiantes universitarios procedentes de Sudamérica se asentaban por los países europeos sin que fueran vistos por las autoridades nacionales como una amenaza migratoria, sino más bien como un exótico flujo de bohemios buscando su lugar en el mundo.
A partir de la década de los 90, Europa ha visto cómo cientos de miles de migrantes procedentes de Colombia, Perú, Ecuador, Argentina o Bolivia se han desplazado desde sus países de origen hacia las naciones europeas buscando una forma de ganarse la vida y un destino al que llegan con sus familias.
De los más de 28 millones de emigrantes latinoamericanos y caribeños que han abandonado sus países de origen para desplazarse a otros, casi dos millones y medio han llegado a España desde 1990.
Colombianos en Ecuador y Venezuela: obligados a salir por el conflicto armado
Eran los 70 y los 80. Varios de cientos de miles de colombianos huían de la violencia que a su paso dejaba el narcotráfico, las guerrillas y los ejércitos paramilitares. Se fueron de Colombia y se marcharon a Venezuela y Ecuador huyendo de los pueblos destruidos, las familias amenazadas y el temor a los coches bomba, el secuestro o los asesinatos.
Los colombianos que se desplazaban a Venezuela esperaban encontrar su sueño americano en el país vecino, el paraíso petrolero donde las clases medias disfrutaban de piscina, whisky barato y vacaciones en el Caribe y salidas de compras a los Estados Unidos.
Solo en Venezuela, casi cinco millones de colombianos echaron raíces e incluso formaron familias, hasta que llegó Maduro y se acabó la fiesta.
Venezuela sufre una de las peores crisis migratorias en la historia de la región
Pero ahora están de vuelta esos mismos colombianos que un día, décadas atrás, cruzando la frontera de su país huyendo de la violencia y encontraron un paraíso donde quedarse.
Y junto a los colombianos retornados, están llegando también los venezolanos. Huyen del paraíso destartalado bolivariano porque Venezuela es el país más inseguro del mundo, porque los asesinatos nunca se resuelven, porque los supermercados no tienen de nada, porque no hay medicamentos y la gente ha sido sometida a la dieta brutal del hambre en la que cada venezolano ha adelgazado una media de diez kilos.
Casi dos millones y medio de venezolanos han abandonado su país en los últimos tiempos huyendo de la crisis económica, la falta de libertad y los problemas para disponer de comida o medicamentos con los que tratar sus enfermedades.
Casi un millón de ellos han llegado a Colombia, donde las embarazadas llegan para dar a luz y los adultos malviven en improvisados campos de refugiados y tratan de ganarse la vida vendiendo cualquier cosa entre las pausas de los semáforos o prostituyéndose.
El éxodo venezolano ya supone una grave crisis que los responsables de la ONU y del Banco Mundial tratan de paliar elaborando planes para atender a tantos cientos de miles de personas que huyen de su patria porque allí solo encuentran hambre, violencia y muerte.